miércoles, 6 de mayo de 2015


Las Muertas de Juárez, Asesinos Confesos



“…Aquí la tiramos y nadie se dará cuenta”
En su declaración ministerial, el detenido dijo haber participado, junto con dos hombres, en una decena de feminicidios en Ciudad Juárez. Presentamos algunos fragmentos de una comparecencia que se prolongó durante ocho horas.
Yo había tomado como tres pastillas y me dieron otras tantas, pero necesitaba algo dulce para que me explotaran. Estuvimos como 20 minutos parados afuera de la tienda y Édgar dijo: ‘Aquí podemos levantar a una ruca, la tiramos y nadie se dará cuenta’. El Cala nos respaldó”.
Durante ocho horas grabadas en video, José Francisco Granados de la Paz relata la manera en que él y dos hombres más asesinaron a una decena de mujeres en Ciudad Juárez. En un juzgado de Chihuahua, el hombre de 30 años confesó el pasado 28 de octubre esos crímenes, aunque algunas madres de las asesinadas toman con reserva la declaración.
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“No tuve conciencia de lo que hicimos”
Quiero comentarles que lo que hice fue porque me drogaba mucho, y ellos, Édgar y El Cala, me drogaban… Por muchos años no tuve conciencia de lo que hicimos hasta que, como mencioné al principio, en 2003, estando en prisión, fue cuando se me vino a la memoria todo lo que les he contado.
“Antes de este año no recordaba nada. Además me empecé a dar cuenta cuando vi en varios canales de televisión sobre las muertas de Juárez, a la del Cristo Negro. Entonces estaba yo en Nuevo México. Vi en la televisión un helicóptero sobrevolando el Cristo Negro. Luego vi a mi tía quitando con el pie unas piedras de la cara de una muchacha muerta.
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“Luego de las cheves la iban a tirar”
Fuimos a la cantina que se llama La Espuma, ubicada por la Zaragoza, yendo por el valle. Entramos a la cantina, nos tomamos una cerveza y nos salimos. Agarramos rumbo a la colonia Satélite; yo iba enfrente, del lado del copiloto.
“El Pancho a Édgar: ‘Dale para allá, para ver qué se mira’. Entraron a Satélite, a una cuadra del panteón Jardines Eternos, ahí entró Édgar con el carro y se orilló, así para el camellón estaba una chavala parada en la esquina, como de 23 o 24 años, blanca, no muy güera.

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